domingo, 30 de marzo de 2014

¿Quién logró desarmar a quién?

El verbo fue, para nosotros, fue más que nada. 
Fuimos desconocidos, amigos y desconocidos otra vez, fuimos inseparables, fuimos inseguridades y platos sin acabar.
Fuimos el ingrediente perfecto para darle sabor a la vida.
Fuimos nuestra propia heroína. 
Fuimos tempestades y arboles para refugiarnos de la lluvia salada. 
Fuimos el firmamento reflejado en tu pupila.
Fuimos estrellas fugaces que cruzaban por nuestro cielo de la boca cuando nos uníamos en un beso. 
Fuimos los que le quitamos el sueño a Morfeo y la flecha a cupido. 
Fuimos lo que creímos que éramos.
Pero lo que fuimos se fue.

Si llegaste a mí es porque te atraí con mil pensamientos disecados en el cuadro del querer. 
Confié mis armas a tu corazón que prometió que me enseñaría a enamorarme. ¿Quién logró desarmar a quién? 
Implosioné con dulzura en tus labios porque temía que al explosionar pudiese hacerte daño. 
Esperé el momento concreto, ese en el que mi alma saliera de mi cuerpo para reunirse con la tuya, pero me quedé esperando. Busqué el calor de tus brazos incluso en las noches de verano, pero al final me consumí como la vela. Siempre hablé de mí porque a ti te quitaba importancia, y parecer ser que el resultado fueron todas las caricias perdidas en la barra de ningún bar. 
A la botella de recuerdos le añadí unas gotas de colirio, para aliviar las quemaduras de tantas veces que apagué obligada la llama del amor. 
Y dejé de escribirte versos para comenzar a aliñar la prosa con limón, para intentar encontrar las heridas. Nunca quise salir impoluta de los bailes, yo quería mil moratones y más disfraces.
Pero los caminos que yo imaginé de piedra, fueron de flores.
La mierda que yo esperé que me echaras encima, olía a rosas. 
Las discusiones, no eran más que jotas cantadas en alto. 
Y así no me llegué a enamorar. 
Buscaba dificultades, buscaba un solo te quiero con la boca llena de verdades, buscaba menos puños llenos de prisas, y ni siquiera me hizo falta el insecticida para matar las mariposas.

Welcome to the world.

Era domingo, un domingo caluroso de verano, de esos en los que solo te apetece estar en la cama con el ventilador a tope y escuchando música. Y me dio por pensar, como siempre. 
Vivimos en un mundo donde la gente busca el amor sin quererse a ellos mismos. Un mundo donde es tan fácil reír como llorar. Aquí los pequeños detalles pasan inadvertidos y los cafés a media tarde fueron sustituidos por los cubatas hasta vomitar. "Tú cociente intelectual va atado al alcohol que potas."
Pocas son  las personas que te cogen de la mano y te ayudan a caminar. Más son las que te hacen tropezar adrede.  Es triste ver que dependemos de personas que no merecen la pena, y hemos llegado al punto de decir "no soy nada sin él/ella", qué triste que tu valor personal dependa de la compañía de otra persona, ¿no? 
Nos pasamos la vida pensando en lo que fuimos, entregando lo que somos a personas que no valen la pena, y pensando en qué seremos en un futuro. (Como si eso importara ahora)
Vivimos en una sociedad plagada de inseguridades y temores, una sociedad donde las verdaderas enemigas son las influencias que el mundo nos ha dado. 
Vivimos en un mundo plagado de ingenuos donde nos creemos lo primero que nos dicen. 
Soñamos con vivir bajo el cielo de la boca de personas que sólo nos miran por encima del hombro.
Habitamos en un mundo regido por la ley del mínimo esfuerzo.

sábado, 15 de marzo de 2014

Lloraba la sirena.

Lloraba la sirena en la roca
y cantaba una a una las penas
que de boca en boca sonaban en la ciudad.

Se murió el ruiseñor 
que adornaba de alegría la mañana
y con esa muerte en la ventana, 
el día tornó a un gris color. 

Un hombre sin chistera soñaba que se apagaba 
mientras alimentaba a las palomas
en la fuente del dolor. 

Y una enorme lechuza 
ululaba en la montaña 
con un abeto que calló y
todo lo aplastó. 

A la esperanza se le acabó la espera,
a los corazones el palpitar
y al fondo de la botella
se le añadió una gota más. 

A los gatos blancos le calló
un gran bote de pintura 
y sin ton ni son 
perdieron la poca cordura. 

Llego la muerte sin razón
y se atrevió a preguntar:
¿cómo un mundo con tanta vida puede sembrar la locura
y sumirse en la desolación? 

Y el hombre de la chistera olvidada  desde su fuente lo contempló.
Llegaron las palomas muertas de la canción de Sabina,
las golondrinas de Bécquer y la sal en las heridas. 

Con un toque de limón, el hombre se preguntó: 
¿cómo un mundo tan fuerte, 
es capaz de quedarse inerte
en el paso de la vida y la muerte sentado en el callejón?


Y es que hay personas, que se toman la vida a la ligera
como si se tratase de una carrera. 
Y no se paran a contemplar, la belleza de los alrededores, 
de los pequeños detalles, porque solo quien seguir corriendo, sin más, y llegar a la meta. Sin que importe nada. 
Hay que vencer a los días oscuros, salir de los caminos equivocados y conseguir mil de metas, sin buscar la meta final. 

lunes, 3 de marzo de 2014

Junio contigo y Diciembre sin ti.

Fueron tus mentiras pasadas a la plancha con un toque de limón y sal en las heridas abiertas en canal.
Fue tu forma de mirar que despertaba el peor lado de mí.
Fueron tus plegarias frente a mi cama y ese estúpido frenesí que creaban tus caricias.
Fue junio contigo y diciembre sin ti.
Fuiste tú quien volvió lo blanco negro y transformó la cal en arena, sin saber bien cuál es la buena.
Tú con tus noches eternas y tus mañanas ajenas a mí. Y yo con tantas cosas que decir y tanto por callar.
Sumé versos de pasión enloquecida para nada, y el resultado fue cero. Me dejé llevar por el viento de tu aliento y me perdí en un laberinto de dudas. 
Más amar y menos reprochar, con palabras que resuenan en mi cabeza.
Me pediste más amor en aquella tarde de abril.
Me perdiste más caricias bajo aquella luna llena.
Me hablaste de querer en aquella primavera. ¿Es qué no sabes que la sangre altera el temporal de tus besos?
Y me ofreciste la mejor parte de ti, cuando ya no creía en mí. Chico listo, chico bobo.
Me dijiste que sí cuando me atreví a dejarte ir.
Y me mostraste el camino hacia la devastación de tus cabellos y el verdor de tus ojos. Y no supe que más hacer cuando el invierno nos alcanzó y la llama se apagó.
La misma mierda de siempre, con más de tu olor. Seguí disimulando tus frases calladas y el silencio de los abrazos que se quedaron sin dar.
Sumé versos de pasión enloquecida para nada, y el resultado fue cero. Me dejé llevar por el viento de tu aliento y me perdí en un laberinto de dudas. 
Maldito caradura. Y adiós, adiós, adiós, la brisa me alejó.


Yo soy, tú eres. Y el resultado es que no estoy hecha para ti.

Y no sé, no sé, no sé qué es lo que me llevó hasta a ti...¿qué fue? 
Siempre quise creer que tú eras todo lo que necesitaba y que todo te podía dar.
Siempre quise que esto fuese una historia perfecta y que yo decidiera no ponerle jamás un final. 
Pero no estoy hecha para ti.
Soy la de los labios resecos que buscó cura en tus besos. 
Soy la Blancanieves que nunca despertó porque prefirió quedarse a soñar en el País de Nunca Jamás. 
Soy la Cenicienta que no perdió nunca el zapato de cristal y que a las 00:00 se tomaba un capuchino con vainilla, sin príncipes ni bailes reales. 
Soy la bella durmiente que nunca aprendió a coser y la campanilla que no sabía volar. 
Soy la princesa sin corona que no pertenece a este cuento, a tu cuento. 
Y no estoy hecha para ti.
Soy la de las noches infinitas recordando tu nombre y mintiendo a mi mente con un "no somos tan distintos."
Soy la de las mil hojas arrugadas y los libros en la mesita de noche, la de los mil broches de quejas y la de las muchas o pocas ganas de tu ausencia. 
Soy la del blanco o negro cuando tú eras tan gris. La de las palabras ocultas y los versos callados en las comisuras. 
Soy la de las melodías silenciadas por los ataques de carcajadas y la de las lágrimas guardadas en fundas de almohadas. 
Soy la de las rimas asonantes que sonaron en mi boca aquella tarde de abril. La de las velas consumidas y los capítulos completos con eternos inviernos en tus brazos.
Soy la de las dudas infinitas de Supersubmarina y los ojos cerrados en domingo.
Soy la de las letras azabaches y el baúl de los reproches. 
Soy la del corazón tan estirado que dio de sí, y la de las lenguas de fuego en las murallas de hielo. 
Pero no estoy hecha para ti.
Nunca se me dio demasiado bien nadar, hasta que me ahogué en mi propio mar. Hasta que me tumbé en el césped de los poemas envenenados para intentar averiguar si era verdad lo de la tinta en las nubes y en las estrellas la ilusión. 
Y las horas se mueren, los días se acaban y sigo sin ser para ti. 
No estoy hecha para ti.
No estás hecho para mí.
No existe un nosotros cuando: 
"al punto final no le siguen dos puntos suspensivos."