domingo, 31 de agosto de 2014

Ya pasó.

He estado leyendo a Irene X y me ha venido, de repente, la estúpida necesidad de querer correr a llamarte.
De llamar a tu puerta y contarte que nunca jamás debí dejarte escapar. Porque tú, ángel, siempre has sido luz en la oscuridad y hoy...no hay faros que alumbren mi noche, mi perpetua noche sin ti. 

Es de noche, y suena Conchita que me cuenta que ya pasó...que ya pasó todo. 
Y supongo que ese siempre ha sido el problema, que yo me moría porque todo esto pasara y ahora me muero por querer dar marcha atrás en el tiempo, en ese tiempo que se esfumó por las yemas de mis dedos. 

Ya no hay nada que hacer, pero sí, ya pasó. 
Ya se acabó, y queda dolor. 

Septiembre.

Es Septiembre, nuevamente, es Septiembre.
Has vuelto, esta vez antes de tiempo porque no me había preparado para ti y todo lo que significas. No era consciente aún de tu repentina venida y lo rápida que también será tu ida.
Has llegado, como cada año, porque para mí eres el inicio de sucesos inesperados, el inicio de mi propio calendario y después de ti me veo obligada a echar 365 días más a la bolsa de los recuerdos. 
Esta vez no sé qué hacer contigo, no sé por dónde cogerte, y es que siempre eres tan diferente que me enloqueces...

Has llegado en una hermosa madrugada donde una Luna anaranjada corona el cielo, muerta de deseo, porque has llegado y ella ha decidido, como cada Septiembre, manifestar su amor imposible por el Sol.
Porque parece ser que contigo, cariño, se pierde el cómo, el porqué, el dónde, el cuándo y el quién. 
Todo parece caer. 
Todo y todos, porque cuando llegas ni siquiera yo me encuentro entre tus líneas.
Estoy perdida. 

Hoy reinaría el orden en el caos, pero es Septiembre. Y no hay nada más allá del eco de su voz.
Es Septiembre y todo el mundo lo sabe, pero pocos son los que se atreven a escribirte, a contemplarte, a hablarte durante esta noche. 
Amanecía el día entre sabores nostálgicos y con la palabra Saudade cosida a la punta de la lengua, se leía en las retinas los miles de recuerdos que despiertas tú en la cuenca de los ojos. 
Tú que me haces beber de tus lacrimales y querer dormir en la comisura de tus labios, para acabar sintiendo que me quedo a vivir en el cielo de tu boca. 

Y es que no ha habido año, desde aquella vez, que tú no hayas significado un cambio. 

Entonces, me paro a tus puertas y al revolver la misma esquina de siempre, la realidad me golpea oliendo a algodón de azúcar. 
De pronto, cuando abro los ojos, toda la oscuridad parece desaparecer durante la milésima de segundo que dura tu presencia y los colores estallan como fuegos artificiales en el cielo pareciendo que son estrellas que caen al suelo en forma de un pasado no pisado, siendo flechas que calan hasta el alma.

Y sabe a café, a café demasiado amargo.
Y huele a incienso, incienso demasiado intenso. 
Y se siente como si doliese, doliese demasiado fuerte...

Una oleada de momentos llegan con tu aliento y deciden pasar el resto de las vacaciones en el hueco que más hiere, el del lado izquierdo del pecho.
O eso es lo que dicen los que han naufragado en el silencio que sólo saben crear tus dedos.
Hoy deberías reinar el orden en el caos, o al revés, pero es Septiembre. 
Y no, aún no me acostumbro a verte.

Entonces, resuenan los primeros pasos, los primeros sabores que se cuelan entre mis dientes, las primeras sensaciones que me acarician el vientre y me hacen cosquillas entre costilla y costilla. 
Y, de repente, quiero huir...pero es Septiembre y sólo me atrevo a seguir queriéndote. 

Cojamos como cada año ese tren y que de comienzo la función. Pasen y sigan el cauce.
El cauce que comienza con vivirte y termina en ahnelarte. 
El cauce que va a parar a un mar, a un mar de naúfragos, naúfragos gigantes. 

Un recuerdo más.

Hoy he vuelto a recorrer kilómetros de nostalgia...
Y me he dado cuenta de que lo de "querer es poder", es sólo un mito, porque hay veces que se quiere tanto que no se puede. Que no se puede aguantar, digo.
Hoy he sentido desquebrajarse hasta el último recodo de mi corazón y se ha roto en trozos tan pequeños que no soy capaz de volver a formar el puzzle, no sin que alguien me eche una mano. Y el problema es, que las manos no saben atravesar paredes y mucho menos si éstas son de hierro, pues lo mismo pasa con esta coraza que me protege.
He querido salir a caminar hasta perderme y volver a encontrarme en aquella mirada color primavera donde me caí aquella noche de abril. Aquella jodida noche. 
Y es que quizá, sea cierto que la brisa trae las respuestas a todas las preguntas, pero en este desierto helado solo hace frío.
Es tan difícil tener el corazón lleno y la mente despierta para poder escribirte, que me dado por vencida. Y he tirado la toalla con la que sequé todas mis lágrimas hasta que no quedó ninguna.
Hoy he estado viajando al pasado hasta darme cuenta de que no estoy hecha  para convivir con tu ausencia. Y he dado un paseo por el presente para recordar que no me acostumbro a perderte.
Y que soy solo el rastro perdido, un fantasma, un reflejo, un espectro de todo lo que en vida fui. Antes de que tú, amado, acabases conmigo, con aquellos abrazos que eran mis amigos y que hoy, solo se encuentran envasados al vacío. Donde nadie, joder, nadie nunca decide ir a buscarlos, porque dicen que cuando sabes el lugar de algo, lo pasas por alto. Y nunca, joder, nunca nadie logra encontrarlos.

Hoy, mi mente está ardiente de ganas de volver a ese pasado que quema por dentro.

Pero quizá, mañana, entre  la escarcha helada todo esto se esfume, y al final, me quede, nuevamente con las ganas, las ganas de querer que todo esto fuese la realidad irreal que asalta mi habitación de madrugada.
Las ganas de querer que todo esto no fuese solo seguir el cauce de un río que al final irá a parar al mar.
Las ganas de que toda esta soledad, concentrada en una taza de café, decida marcharse por donde vino volando o a píe. Pero que se marche.

Y es que ojalá, ojalá, hoy pudiese darle marcha atrás al calendario o comenzar a romper hoja por hoja todos los meses, para intentar engañar al tiempo. 
Y que el plan, no se quedase sólo en un recuerdo. 
En un recuerdo más...




viernes, 29 de agosto de 2014

Cuando...

Que mal se me han dado siempre las despedidas,
cuando tú eres el sujeto al que va dedicado mi adiós.

Cuando me hago idea de que sólo es una ida, 
sin regreso, con ascenso y sin caída.

Cuando espero en el andén, 
sin saber si coger un tren 
que me deje cerca de tu herida.

Cuando despedir significa decir hasta algo
sin saber hasta cuando
y quedando tan perdida.

Que mal se me han dado siempre las despedidas,
cuando somos protagonistas 
de una historia mal escrita. 

Cuando el guión está marcado en código morse
y no puedo reproducirlo sobre tus labios. 

Cuando no está claro 
si los puntos son seguidos, suspendidos o a parte.

Que mal me sabe decir adiós, 
cuando miro tus ojos y no sé como tomarte. 
Porque a sorbos cortos, ya no vale.

Y decirte que te echo de menos, es en balde.


Y juro que cuando no me queden dudas, no sabré en lo que pensar.
Y el vacío, entonces, será doble o nada.
¿Cuánto tiempo llevo encerrada en esta cárcel?
¿Cuánto tiempo llevan aprisionándome estos barrotes hasta casi ni dejarme respirar?
¿Cuánto tiempo llevo en esta isla desierta con la única compañía de un montón de recuerdos?
No sé qué estoy haciendo, pero sea lo que sea no se parece a lo que quise hacer en un tiempo.
Que alguien me rescate, que cruce el mar, que se eche a la deriva, que venga y me eche una mano.
Pero lo demás...lo demás déjamelo a mí sola que...que he aprendido a nadar.

Hoy es ese tipo de noche en la que no logras encontrar la luna en el cielo, y no puedes ver lo sola que se siente, por lo que toca compartir tu soledad contigo misma.
He intentando todo cuanto ha estado en mi mano para conseguir mi objetivo, y mi único resultado salió fallido. 
No sé que diablos estoy haciendo, pero el viento no está de mi parte, y me siento tan sumamente llena de vacío que creo que en cualquier momento voy a explotar.
El mareo interior lo ha provocado tu olor y yo, yo no sé cuál es esta dirección.
La vida se nos está pasando queriendo que sea lo que nunca más será, y me sigo aferrando a la cuerda para no arrebatarle el poder de ahorcar. 
Estamos viviendo de espaldas al dolor y la vida solo sabe darnos puñaladas traperas.
Me estoy perdiendo, y lo peor es que ha vuelto a ser en tus ojos. 

viernes, 22 de agosto de 2014

"Y ojalá que no me encuentre."

Es como cuando coses algo sin hacerle un nudo al hilo al final, si tiras, se termina separando. 
Es como un verso acartonado, como una melodía desgastada, como un beso a medio dar, como una sonrisa muda, sin carcajada. 
Como un cuadro sin pintor, un lienzo blanco, como una película sin guión, como la letra pequeña de una carta no leída. 
Como acuarela demasiado aguada, como una lágrima sin sabor a sal, como un abrazo sin refugio, como la oscuridad sin su luz, como un pincel sin pintura, como un cielo que ya no es azul. 
Como una canción sin estribillo, como el punto y seguido que es el final, como una caricia con guantes, como buscar la aguja en el pajar. 
Como la cuerda que no ata, sino ahorca, como jugar a la petanca con los trozos de un corazón, como dejar la puerta abierta para dejar entrar a todos mis monstruos, como la piedra que nunca golpea la ventana de madrugada.
Como soltar los deseos al aire, y no atarlos al árbol, como dejar enganchado un candado sin nombre en un puente, como quemar todas las rosas y que no huelan a quemado.
Como vivir sin olor a café, como enterrarte con tu propio testamento y dejar como epitafio "quien me quiera, que me busque y ojalá que no me encuentre." 
Como morirte en tus propios brazos y no resucitar, sentir tus huesos de cristal, como desquebrajarse hasta quedarse hecho añicos. 
Como una luna de hiel con la miel en los labios, como un sujeta-fotos vacío, como un pisa papeles acostumbrado a no pisar nada. 
Como una hoguera de hielo, como una llama de agua, como viento de arena, como un mar de lágrimas. Como un día de Reyes sin ilusión, como navidad sin luces, o un verano sin Sol.
Como un invierno en primavera. 
Como que no llueva en Londres, como un 15 de febrero en París. 
Como el Retiro sin nadie, de Madrid. 
Así es, más o menos, como me siento sin ti.

miércoles, 20 de agosto de 2014

Espejos de un pasado.

Estaban rotos, jodidamente rotos, y caminaban entre los trozos de sus desgastados corazones, entre los cristales. Espejos de un pasado. .
Estaban dispuestos a todo. A cortarse, a herirse, a desangrarse si eso era necesario. 
Se cosieron mutuamente con hilos de ternura.
Mezclaban pasión y dolor, calor y frío, eran sol y luna, calma y tempestad.
Y al final, acabó la noche, llegó el día y los dos supervivientes acabaron latiendo el uno por el otro y ¿cómo no?, se enamoraron. 

martes, 19 de agosto de 2014

Con las ganas.

Que si me dices "piensa en algo precioso", imagino su espalda.

Abril.

Hoy, no sé ni a dónde mirar pues sólo veo momentos esparcidos por el aire.
Hoy, no sé ni siquiera que escuchar pues todo me suena igual, a tu voz.
Hoy, no sé qué saborear, pues todo me recuerda a tu boca.
Hoy, no sé ni que pensar pues sólo resuena en mi cabeza tu nombre, dando vueltas.

Perdóname. 
Te pido perdón por todo lo que soy.
Por todo lo que dije y debí callar.
Perdón por las mentiras.
Por las dudas.
Por mis días.
Por la ignorancia.
Por la indiferencia.
Por la hipocresía.
Perdón por lo que dije y debí callar, nuevamente.
En ningún momento quise dejar de soñar, junto a ti.
En ningún momento pensé que toda esta mierda podría acabar, y que nos iba a apagar.
Sé que nunca debí decir que duraría una eternidad.
¿Pero no teníamos la inmortalidad en nuestras manos?
¿No teníamos la llave del paraíso, de nuestro infierno? 

¿No sentías tú la brisa acariciar tu pelo, mientras no te movías del suelo?
El olor de las nubes, el sabor del cielo, el tacto del terciopelo (el de tu piel, digo)
Nosotros éramos nosotros, y nadie nos entendía. Y cuando digo nadie me refiero a que ni siquiera nosotros sabíamos qué diablos pasaba.
No me malinterpretes, no sé lo que digo.
Pero hoy vuelvo a tocar madera, esperando que la suerte me traiga un "te perdono" de tu boca.
Hoy vuelvo a tocar madera, esperando que esto no sea a mi manera, que sea a la tuya, que se olvide todo...volver atrás, porque nunca, jamás, yo me había arrepentido de nada, pero tú siempre has sido un mundo aparte, una utopía distante.
Mañana, joder, mañana me gustaría despertar y que volviera a ser Abril, un lejano abril donde a los puntos suspensivos, le borramos un par.
Aquel lejano Abril en el que me quedé sin ti.
Aquel Abril...con sabor a primavera.
Con la sangre caliente por las venas.
Con tu sonrisa por bandera.
Aquel Abril en el que todas las margaritas, se prendieron en llamas.
Y yo me quedé sin saber la respuesta a todas mis preguntas: ¿te quería yo? ¿me querías tú?
El fuego me atrapó en una quimera con la soledad de tu ausencia. 
Y joder, quema.


domingo, 17 de agosto de 2014

Resurrección.

Ha caído la noche y tu ausencia también se ha dejado caer sobre mi cabeza como un jarro de agua fría.
Han caído un par de lágrimas y se ha inundado mi alma.
Y aún sigo aquí abandonada y pérdida con un corazón igual de maltrecho que el de Sabina.
Y tú también sigues aquí, siendo ese clavo ardiendo y oxidado al que me aferro en cada despertar, cuando te busco entre las sábanas y sé que no estás.
Las hojas del calendario siguen rulando por las esquinas de aquel el bar, sin sentido, sin orden, sin esperar ningún tren. 
Y yo ardiendo, prendiendo fuego a cada Abril, deseando que estuvieses aquí. 
Que ya son demasiadas primaveras anhelando tu recuerdo, mirándome en un espejo esperando ver tu reflejo, como aquel día. Como todos aquellos días.
Porque han sido tus ojos color café, culpables de mi insomnio, de mis caídas, mis dudas, mis alegrías y mis penas. 
Porque ha sido tu boca el pozo sin fondo, donde explotaba mi corazón en forma de un clavel de sangre, destintándome por ti. Estallando en forma de versos.
Porque han sido tus manos, con dedos de pianista, las causantes del sol agudo que da comienzo a esta soledad.
Porque han sido tus pecas, los granos de arena que se colaban por los huecos de mi cuerpo, buscando el poco amor que queda por estas venas.
Que es mi almohada la que se ha tragado toda esta agua salada, y le pongo una funda hecha de mentiras para no observar toda la mierda que tengo encima.Por tu culpa.
Que ninguna ducha limpia lo suficiente, si no la comparto contigo.
Me siento observada, apuñalada, muerta, asesinada, anestesiada, mareada, traicionada por tu oreja izquierda, donde todos mis susurros iban a parar, cada noche.
Me he dado cuenta que mi nariz ya está demasiado larga de autoengañarme a mí misma.
Y por decir, te digo que no estoy mejor sin ti. 
Y por jurar, te juro que cada estrella tiene una pizca de azúcar que se escapa de mi vías, sin la dulzura que tenían las tuyas.
Y por prometer, prometo que no te olvidé, que no te olvido y que no te olvidaré.
Aunque tú ya te hayas ido y sea tu sonrisa...la curva en la que yo me maté.



Tú, que siempre me dijiste que terminarías matándome de amor.
Y yo que no te creía porque no era consciente de todo el dolor.
Pero te juro que tú, me hiciste creer en la resurrección.


sábado, 9 de agosto de 2014

Ven, aunque sólo sea esta noche.

Dicen que "dos personas olvidándose sólo están queriéndose de otro modo" y yo me pregunto si será verdad eso de que nosotros nos amamos.
Tú que estás allí, sin mí.
Y yo que estoy aquí, sin ti.
Nosotros que ya no estamos, y ni siquiera sabemos dónde.
Me pregunto si la ausencia será ese redoble que falta para obtener la lejanía de nuestras almas, aún tan enredadas.
Mil preguntas surcan por los recónditos de mi mente, buscándote, extrañándote, echándote de menos y fingiendo hacerlo de más.
Por apostar, me apuesto el corazón, si es que queda algo en este pecho vacío.
Y por soñar, no sueño que vuelves sino que me desvelo queriendo querer abrazarte.
No soltarte.
Quererte.
Que te dejes querer y dejarme amar.
Así, por las buenas y por las malas.
Por el bien y por el mal.
Por ti y por mí.
Ven, aunque sólo sea esta noche.
Y haz de lo que soy: la más sincera poesía, tu guía.



martes, 5 de agosto de 2014

Again.

A veces siento que todo esto está mal, que no es el camino que debo seguir.
Que estoy errando por querer ser de hierro.
Y la cuestión es que no sé cómo hallar la solución a esta puta incógnita, es decir, tú (o yo, no lo tengo muy claro).
Cuanto te dije que debía marcharme, lo dije en serio.
Tú no eres, es decir, no te mereces todo el daño infligido por mi daga -o por mi boca que viene a doler lo mismo que el adiós.-
No he sido para ti lo que tenía que ser y en cambio tú dices que era todo lo que deseabas tener. ¿Me tenías? ¿Fui tuya alguna vez? ¿O sigo siendo pájaro solitario en manos del aire?
Yo sigo aquí, sin saber qué diablos hacer... una vez más. Nuevamente pérdida.
Cuando te fuiste, joder, cuando te fuiste te culpé por haberme abandonado ¡Siendo yo la que te echaba constantemente! No me malinterpretes...solo intentaba alejarte de la muerte.
Soy una desagradecida, una niñata que se aburre de personas como quien tira un juguete roto.
Y tú sigues con tu estúpido "estoy aquí" y yo no sé si tú sabes que también lo estoy y que no puedo irme, porque querer es poder, y me he dado cuenta de que yo no quiero.
A veces, te echo de menos y no disfruto de ese minuto en el que me doy cuenta de tu ausencia...
A veces, recuerdo que quise besarte una última vez más, pero que no debía y me alegro de no haberlo hecho.
Yo lo sabia. Sabía que desde ese momento todo iba a cambiar.
Todo, absolutamente todo.
Y es que no puedo, joder, no puedo contigo porque eres el punto flaco de mi coraza y me llegas al alma por ese huequito.
Cuando tú dices que no puedes y cualquier lágrimas derramas...mi mundo se para, se para, maldita sea. Deja de girar y sólo puedo verte a ti, con esos ojos color primavera, mientras me miras y toda la culpabilidad cae encima mía como un jarro de agua fría. Tan fría que hasta parece quemar.
Nunca he pretendido cambiar nada con lo que escribo, porque no hay nada que dicte que no haya dicho ya, que no te haya dicho.
Hoy me apetece darme un capricho, y no negarme el placer de decirte que te quiero, aunque no lo vas a escuchar de mis labios.
Así que deja que te hablen mis manos, manchadas de tinta.